La tormenta
Estando en un hotel de la parte este de mi isla, cuando pretendía disfrutar de la piscina y el sol en un día que previamente había tomado libre en el trabajo, se asoma una inesperada tormenta. Me dije a mi mismo que estar en la habitación del hotel tenía sus recompensas. En realidad las tormentas siempre me han gustado, me han cautivado por su fuerza, por su voluntad de iluminar un cielo gris; en mi país las tormentas son fugaces, a lo sumo duran una hora como mucho, pero es increíble el agua que puede llegar a caer.
No sé, desde que la tormenta ha pasado, me siento algo distinto conmigo mismo, ha sido como si la tormenta barriera viejos temores. Salgo al balcón y siento el viento, el viento paciente, al viento cortés, al viento preocupado por mi sonrisa; mi sonrisa ilusionada a punto de volver a ser inocente y confiado.
A veces pienso que me estoy volviendo tan receloso, que no dejo aflorar mi lado irracional, rompiendo la magia que puede haber a mi alrededor, temeroso a volver a ser el mismo de antes.
Las ilusiones son hermosas, me gusta estar ilusionado. Creo que voy a vetar a mi lado racional y castigarle sin salir….
No sé, desde que la tormenta ha pasado, me siento algo distinto conmigo mismo, ha sido como si la tormenta barriera viejos temores. Salgo al balcón y siento el viento, el viento paciente, al viento cortés, al viento preocupado por mi sonrisa; mi sonrisa ilusionada a punto de volver a ser inocente y confiado.
A veces pienso que me estoy volviendo tan receloso, que no dejo aflorar mi lado irracional, rompiendo la magia que puede haber a mi alrededor, temeroso a volver a ser el mismo de antes.
Las ilusiones son hermosas, me gusta estar ilusionado. Creo que voy a vetar a mi lado racional y castigarle sin salir….
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