Contador Gratis mibuenrollo: Me duele el alma....

10.5.06

Me duele el alma....

Quizás no me equivoque. Tanto yo como tu hemos no hemos tenido que trabajar en nuestra infancia. Gracias a un estudio en mi país (República Dominicana) sobre el trabajo infantil tenemos una somera inspección de las estadísticas de esta realidad.

No necesitamos hurgar demasiado para imaginarnos cómo viven miles de miles (¡ Sí, miles !) de niños desgraciados debido a varias razones: desnutridos deambulando por campos, abandonados por sus propios padres, sometidos a palizas de sus propias madres, víctimas de violaciones de familiares y extraños, arrojados a la mendicidad, y comprados para ser usados como mano de obra barata.

Me duele el alma entera de sólo imaginarme circunstancias como esas, de desconsuelo infantil, de lágrimas indefensas.

He sido un favorecido por la vida al nacer en una familia que me guareció, alimentó y amó. Con simplicidad me dediqué a jugar con baldes y rastrillos en la arena, a construir mundos con mi lego, a dibujar con mil colores y crayolas, a aprender qué había detrás de los mares, a comprender la historia de siglos pasados y de reinos futuros, a abrazar y ser abrazado por mis seres queridos. Nunca tuve que preocuparme cómo sobrevivir ni de si me alcanzaría las dos únicas monedas para poder comer. Nunca me preocupé de ahorrar para poder comprar mis útiles. Una vida bendecida. Todo se me fue dado con calidez y comodidad, con gratuidad y decencia.

Por eso mismo, me duele el alma. Que haya no unos cuantos, sino miles y miles de niños en situación de esclavitud, de peligro moral y mortal. Han perdido su candor. Les han arrancado la ilusión y la naturalidad de sentirse amados para vivir el futuro. Sólo siendo amado uno puede crecer. Sólo siendo nutrido puede uno luego, de adulto, nutrir a otros. Se crece en cuerpo, pero también en capacidad para amar.

Un país, no hablo de politca o gobierno solamente, sino de todo una sociedad que consienta desalmadamente un solo niño trabajando forzosamente, es un país mísero e inadmisible, perverso, malogrado y por lo tanto fallido. Aquí nos toca a todos los hombres, no sólo a los políticos o economistas, reemplazar las lógicas, redireccionar rumbos, conmover gentes y mentes, movilizar sentimientos y razonamientos. No voltear la mirada a esta crudeza escalofriante. No flotar por encima de esta realidad. No anestesiarnos. no convivir indiferentes sino, asumir nuestra responsabilidad y nuestra poca voluntad de cambiar.

Próximo niño que vea será para mirarlo y para abrazarlo, no para darle una limosna sin mirarlo siquiera. Prometo tener dos ojos bien abiertos y un corazón de par en par.