¿Guerras Perdidas?

Cosas de la vida. Cuando ya pensaba que todo había terminado, sucede algo inesperado que me devuelve el alma al cuerpo. He pasado la tesina de la maestría nada menos que con un diez. No lo puedo creer todavia, yo aseguraba que debido a lo innovador y tantas veces criticado por el departamento el trabajo no iba a tener aceptación, valoración y mucho menos un diez. Así es, por obra y gracia del destino, del Ser Supremo o la intersección de algún ser especial (mi ángel de la guarda o alguno de los santos a los que no dudé en encomendarme en algún momento), ocurrió el extraordinario milagro de pasar la tesina.

Los designios del destino (o de Dios, como quieran llamarlo ustedes) son bien extraños. No dejo de pensar que nadie en su sano juicio hubiese apostado un céntimo porque yo hubiésemos salido libres del rollo en el que nos encontrábamos metido al principio... pero curiosamente y aunque no lo crean, salí librado y victorioso.

Recuerdo que en una de mis plegarias, le invoqué al Creador y sus intercesores: Bueno pues, si me mandaste a Barcelona y estuve en tanto bonche y playa, al menos no permitas que me quede sin este master para llevarme el tubito con mi diploma y colgarlo en un sitio elegante de la oficina.

Tal parece que no me equivoqué. De ser así, el Ser Supremo aceptó el trueque, al margen de saber si esto del trueque es cierto o no sólo me queda aprovechar inteligentemente esta oportunidad y sobre todo, valorarla y seguir dando el todo por el todo en beneficio de mi futuro profesional.

En conclusión, de todas las guerras perdidas que he enfrentado estos últimos meses, afortunadamente ésta última no fue tal. De no ser así, el título de este post no estaría entre signos de interrogación y muy por el contrario, daría paso a una poco afortunada lista de reveses en mi haber, añadiendo éste último como uno muy flamante.

Como para tener en cuenta que no todas son guerras perdidas.