¿Te conformas?
Conformarse siempre había sido una palabra maldita para mí. ¿Cómo que conformarme? Nunca. "No te conformes nunca con lo que tengas: lucha por ser, tener, hacer, conseguir más." Con lo cual, no-conformarme fue uno de los pilares de mi vida. No me conformaba con mi manera de ser, con mi manera de reír, con mi pelo, con mi uña izquierda, con mi oreja derecha... hasta que el otro día abrí el diccionario de la Real Academia Española.
Debería abrirlo y consultarlo más a menudo. Lo sé.
La acepción de "conformar" que había dado sentido a mi manera de relacionarme con ese término, explicaba: Reducirse, sujetarse voluntariamente a hacer o sufrir algo por lo cual se siente alguna repugnancia. . Espejo de mi autoestima, hacía muchos años que decidí inconscientemente atribuirle sólo ese significado. Pero me fascinó leer algo que ya sabía -pero que mi mente omitía- en la primera acepción de la palabra: Ajustar, concordar algo con otra cosa. Y la sexta: Darse por satisfecho.
He decidido apostar por estas dos definiciones a partir de ahora. Eso de ajustarse, me suena a que conlleva tolerar las cosas como son. Y es evidente que, poniéndote de acuerdo con lo que te rodea, no hay más remedio que sentirte satisfecho. ¿Por qué? quizás por el placer que da dejar de luchar. Es cierto que hay cosas que podemos modificarlas, transformarlas. Pero sorprendentemente la vida me ha enseñado que la transformación empieza también con acuerdos de tolerancia con aquello que no vives bien. Con aceptar ciertas cosas y acomodarlas a tu vida.
Así que intentaré aprender a conformarme con lo que creo que vale la pena (no se trata de caer ahora al extremo de me conformo con todo). Porque hay pocas cosas tan bellas y que den tanto placer como el intentar ajustar el entorno de uno con uno mismo. Y vivirlo.
¿Te conformas?
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