El porque de mi blog
Siempre he tenido ganas de escribir un diario, y de hecho me puse manos a la obra en cuento tuve una oportunidad, allá por los nueve años. Sin embargo pronto me di cuenta de que dejar constancia de mis vivencias para que luego nadie las leyera me resultaba, además de una pérdida de tiempo, extremadamente aburrido. ¿Para qué escribimos un diario, si no?, ¿para leerlo nosotros mismos?
Mi primer diario fue uno que me regalaron en mi primera comunión. Consistía en un libro cuyas hojas tenían rayas y el filo dorado y estaba encuadernado con una tapa nacarada; en ella aparecía el dibujo de un niño de aspecto afeminado y flequillo. Lo mejor era el sistema de seguridad de este diario, que consistía en un cerrojo cuya minúscula llave perdí y a partir de entonces tuve que cerrarlo y abrirlo con palillos de dientes... ¡Tremenda seguridad!
Lo que escribía en este diario eran cosas super interesantes del estilo de “Esta mañana me levanté, desayuné y fui al colegio”, todo ello aderezado con multitud de faltas de ortografía y una ausencia total de signos de puntuación. Ahora me arrepiento de haberme desecho de aquella joya de la literatura.
Mucho más tarde, cuando tuve en mi casa mi primera computadora escribía mi diario con el Word Perfect. Mi diario pasó a ser entonces un archivo guardado en un disquete. Ésta vez sí que necesitaba proteger mi intimidad, pues utilizaba la escritura para descargar toda la rabia y toda la rebeldía que me acompañaron a lo largo de la adolescencia.
Y ahora deseo poseer este espacio narcisista y cibernético, abierto de par en par a todo el mundo, para que tú, por fin, me leas y sacies el morbo (y al mismo tiempo, el mío) que te produce bucear anónimamente en la vida de otra persona.
El problema es queno tengo ni la más mínima idea de cómo manejar o diseñar un blog. Al no conocer lo suficiente sobre sus mañas y trucos tecnológicos, me veo obligado a presentar esta entrega bajo un pobre formato
Me imagino que a más de uno le interesará menos que un soberano banano siquiera profundizarlo. No los culpo, a mí tampoco me cuadra del todo este diseño prediseñado escogido para la ocasión. Soy sumamente torpe en informática y aunque tengo la intención de mejorarlo poniendo fotos, mejores colores etc, en un futuro... por ahora, la necesidad obliga. Créanme que cuando domine el manejo de esta cosa, complementaré cuantas veces sea necesario la imagen y opciones para hacer de este modesto rincón un blog agradable para visitar de cuando en cuando.
En este blog en parte lo debo al hecho de querer saldar un par de deudas. La primera, consecuencia de la inevitable costumbre de escribir y enviar fragmentos de las experiencias vividas por quien escribe, a uno que otro amigo y que como es lógico, les ha despertado la curiosidad de querer saber más: cómo continuó la historia y sobre todo, cómo acabó. Desafortunadamente, por una u otra razón (léase falta de tiempo, falta de responsabilidad y otras innumerables faltas y etcéteras más), nunca llegué a completar del todo mis escritos, o por lo menos ensamblar sus respectivas continuaciones. Este medio pretende pues, automotivarme para registrar periódicamente algunas vivencias, sobre todo antes de que llegue el (in)voluntario momento de desecharlas de la sesera tal y como si nunca hubiesen ocurrido. Por ese lado, esta deuda pretende saldarse con aquellos amigos que me regalaron unos minutos de su atención y nunca se cansaron de preguntar cuándo les enviaba la segunda parte de aquellos acontecimientos que este servidor les contaba con tanto ahínco e interés vía messenger o mail.
La otra deuda es que... bueno, inicialmente el contenido de este blog estaría proyectado para una novela, que hasta la fecha sigue encarpetada y durmiendo el sueño de los justos. Al menos pienso que al armar este blog, de alguna forma estaría dejando de postergarla y por fin la terminaría de llevar a cabo (bueno, al menos en teoría). Y precisamente por respeto a ustedes, público sensible, es que he optado por manifestarme aquí con el firme compromiso de continuar escribiendo regularmente. Aparte de que la mente es muy frágil y es bueno manejar un soporte (y si es interactivo ¡qué mejor!) antes de que estas ideas terminen por caer en el olvido.
Lo descrito líneas arriba se resume a una sola cosa: escribo aquí por la simple e irresistible razón de querer hacerlo. Por ustedes, por las personas importantes en mi vida, de repente por alguien más por ahí... pero especialmente, por mí.
Mi primer diario fue uno que me regalaron en mi primera comunión. Consistía en un libro cuyas hojas tenían rayas y el filo dorado y estaba encuadernado con una tapa nacarada; en ella aparecía el dibujo de un niño de aspecto afeminado y flequillo. Lo mejor era el sistema de seguridad de este diario, que consistía en un cerrojo cuya minúscula llave perdí y a partir de entonces tuve que cerrarlo y abrirlo con palillos de dientes... ¡Tremenda seguridad!
Lo que escribía en este diario eran cosas super interesantes del estilo de “Esta mañana me levanté, desayuné y fui al colegio”, todo ello aderezado con multitud de faltas de ortografía y una ausencia total de signos de puntuación. Ahora me arrepiento de haberme desecho de aquella joya de la literatura.
Mucho más tarde, cuando tuve en mi casa mi primera computadora escribía mi diario con el Word Perfect. Mi diario pasó a ser entonces un archivo guardado en un disquete. Ésta vez sí que necesitaba proteger mi intimidad, pues utilizaba la escritura para descargar toda la rabia y toda la rebeldía que me acompañaron a lo largo de la adolescencia.
Y ahora deseo poseer este espacio narcisista y cibernético, abierto de par en par a todo el mundo, para que tú, por fin, me leas y sacies el morbo (y al mismo tiempo, el mío) que te produce bucear anónimamente en la vida de otra persona.
El problema es queno tengo ni la más mínima idea de cómo manejar o diseñar un blog. Al no conocer lo suficiente sobre sus mañas y trucos tecnológicos, me veo obligado a presentar esta entrega bajo un pobre formato
Me imagino que a más de uno le interesará menos que un soberano banano siquiera profundizarlo. No los culpo, a mí tampoco me cuadra del todo este diseño prediseñado escogido para la ocasión. Soy sumamente torpe en informática y aunque tengo la intención de mejorarlo poniendo fotos, mejores colores etc, en un futuro... por ahora, la necesidad obliga. Créanme que cuando domine el manejo de esta cosa, complementaré cuantas veces sea necesario la imagen y opciones para hacer de este modesto rincón un blog agradable para visitar de cuando en cuando.
En este blog en parte lo debo al hecho de querer saldar un par de deudas. La primera, consecuencia de la inevitable costumbre de escribir y enviar fragmentos de las experiencias vividas por quien escribe, a uno que otro amigo y que como es lógico, les ha despertado la curiosidad de querer saber más: cómo continuó la historia y sobre todo, cómo acabó. Desafortunadamente, por una u otra razón (léase falta de tiempo, falta de responsabilidad y otras innumerables faltas y etcéteras más), nunca llegué a completar del todo mis escritos, o por lo menos ensamblar sus respectivas continuaciones. Este medio pretende pues, automotivarme para registrar periódicamente algunas vivencias, sobre todo antes de que llegue el (in)voluntario momento de desecharlas de la sesera tal y como si nunca hubiesen ocurrido. Por ese lado, esta deuda pretende saldarse con aquellos amigos que me regalaron unos minutos de su atención y nunca se cansaron de preguntar cuándo les enviaba la segunda parte de aquellos acontecimientos que este servidor les contaba con tanto ahínco e interés vía messenger o mail.
La otra deuda es que... bueno, inicialmente el contenido de este blog estaría proyectado para una novela, que hasta la fecha sigue encarpetada y durmiendo el sueño de los justos. Al menos pienso que al armar este blog, de alguna forma estaría dejando de postergarla y por fin la terminaría de llevar a cabo (bueno, al menos en teoría). Y precisamente por respeto a ustedes, público sensible, es que he optado por manifestarme aquí con el firme compromiso de continuar escribiendo regularmente. Aparte de que la mente es muy frágil y es bueno manejar un soporte (y si es interactivo ¡qué mejor!) antes de que estas ideas terminen por caer en el olvido.
Lo descrito líneas arriba se resume a una sola cosa: escribo aquí por la simple e irresistible razón de querer hacerlo. Por ustedes, por las personas importantes en mi vida, de repente por alguien más por ahí... pero especialmente, por mí.