Mis sabanas
Entre todo lo que le tengo que agradecer a mi madre hay algo que desde pequeños nos inculcó y mientras mayor soy más lo disfruto; el placer de dormir en una sabana limpia y una cama bien arreglada.
Desde que me mudé solo, mis amigos me visitaban muy frecuentemente y rápidamente me hice una fama bien ganada de que mi cama estaba siempre muy bien puesta, con sabanas frescas y que detestaba que alguien se acostara en ella cuando venia a visitarme a pesar que era una cama tamaño King.
Me ocupo de comprar 4 paquetes se sabanas cremas lisas de idéntico diseño y características. Después de un tiempo cambio los 4 paquetes por otros 4 paquetes cremas de diseño similar. De esta forma no tengo el problema de ver mi lecho invitándome a el cada cierto tiempo con diferentes y chillantes vestidos. Siempre me esperaba mi cama, como si de una inmaculada novia se tratara, fresca, limpia y sin mancha.
No me gustan las sábanas de franela. Prefiero, sin duda, las de algodón. Esas en las que te metes a toda prisa porque el frío, durante algo menos de un segundo, llega a ser insoportable. Los pies se quedan helados, hasta que unos minutos después el cuerpo dibuja una zona de calor infranqueable. Ese frío me da la vida. Le doy mil vueltas a mis cuatro almohadas buscando el frescor en la cara...
Entre mis sábanas se esconden miles de placeres, más allá de los simplemente sexuales. El olor a limpio de las telas recién lavadas, rozando con la piel suave que acaba de salir de la ducha y el pelo mojado...Durante unos momentos, se tiene la sensación de estar casi en el paraíso. Y es en ese punto, en los minutos antes de dormir, cuando uno hace recuento de su vida.
Anoche, pensé en mi blog. En lo que he escrito últimamente. Y lo que me han comentado algunos de mis lectores Ey, Miguel, parece que vives amargado, que encuentras siempre lo negativo, buscas desesperadamente la perfección y el mundo no es eso... Ya, ya sé que lo parece... Eso es lo malo de escribir de sentimientos en momentos puntuales. Por mucho que se intente, no se puede reflejar el estado de ánimo que se tiene a lo largo de las veinticuatro horas del día.
Pero aseguro que mi vida es mucho más plena que todo eso.
Y sonreí justo antes de dormir...
Desde que me mudé solo, mis amigos me visitaban muy frecuentemente y rápidamente me hice una fama bien ganada de que mi cama estaba siempre muy bien puesta, con sabanas frescas y que detestaba que alguien se acostara en ella cuando venia a visitarme a pesar que era una cama tamaño King.
Me ocupo de comprar 4 paquetes se sabanas cremas lisas de idéntico diseño y características. Después de un tiempo cambio los 4 paquetes por otros 4 paquetes cremas de diseño similar. De esta forma no tengo el problema de ver mi lecho invitándome a el cada cierto tiempo con diferentes y chillantes vestidos. Siempre me esperaba mi cama, como si de una inmaculada novia se tratara, fresca, limpia y sin mancha.
No me gustan las sábanas de franela. Prefiero, sin duda, las de algodón. Esas en las que te metes a toda prisa porque el frío, durante algo menos de un segundo, llega a ser insoportable. Los pies se quedan helados, hasta que unos minutos después el cuerpo dibuja una zona de calor infranqueable. Ese frío me da la vida. Le doy mil vueltas a mis cuatro almohadas buscando el frescor en la cara...
Entre mis sábanas se esconden miles de placeres, más allá de los simplemente sexuales. El olor a limpio de las telas recién lavadas, rozando con la piel suave que acaba de salir de la ducha y el pelo mojado...Durante unos momentos, se tiene la sensación de estar casi en el paraíso. Y es en ese punto, en los minutos antes de dormir, cuando uno hace recuento de su vida.
Anoche, pensé en mi blog. En lo que he escrito últimamente. Y lo que me han comentado algunos de mis lectores Ey, Miguel, parece que vives amargado, que encuentras siempre lo negativo, buscas desesperadamente la perfección y el mundo no es eso... Ya, ya sé que lo parece... Eso es lo malo de escribir de sentimientos en momentos puntuales. Por mucho que se intente, no se puede reflejar el estado de ánimo que se tiene a lo largo de las veinticuatro horas del día.
Pero aseguro que mi vida es mucho más plena que todo eso.
Y sonreí justo antes de dormir...
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